Comentario
En los últimos años, y especialmente durante el decenio de los ochenta, se han acentuado las diferencias en el seno del Tercer Mundo. Entre 1980 y 1990, la renta per cápita creció mucho en Asia oriental -excluido el Japón- y lo hizo de forma considerable en Asia meridional. Sin embargo, esos años constituyeron un verdadero "decenio perdido" (en expresión de la CEPAL) para tres grandes zonas del Tercer Mundo: Oriente Medio y Norte de Africa, América Latina y el Caribe y el Africa subsahariana.Además, en los últimos treinta años algunas economías del Tercer Mundo se han industrializado muy rápidamente mientras que otras -la mayoría- se han mantenido en la subindustrialización o en el estancamiento. Mientras que los "nuevos países industriales" (Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur, en Asia oriental, y Brasil y México, en América Latina) se han convertido, sobre todo en el caso de los cuatro "pequeños dragones" asiáticos, en importantes potencias manufactureras, el grueso del Tercer Mundo continúa todavía apartado de la expansión industrial moderna.Por consiguiente, se ha registrado una creciente heterogeneidad en el Tercer Mundo. Incluso es muy posible que algunos de los países citados estén incorporándose al mundo desarrollado. Es el caso especialmente de Corea del Sur y Taiwan, cuya renta per cápita es ya superior a la de Grecia o Portugal y se aproxima a gran velocidad a la de España. Corea del Sur ingresará en la OCDE en 1996. Curiosamente México, un país menos desarrollado que Corea, se incorporó a la organización en 1994. En todo caso, al margen incluso de estas excepciones, las diferencias entre países subdesarrollados son cada vez mayores.Cabe hacer brevemente referencia a los dos extremos del Tercer Mundo: los países menos adelantados (PMA) y los nuevos países industriales (NPI), aunque existen otras tipologías. Los PMA son unos cincuenta países, fundamentalmente del Africa negra, que, con una población conjunta de más de 500 millones de habitantes, forman el llamado "Cuarto Mundo", esto es, el de los países más pobres del Planeta. Han recibido una atención creciente por parte de la comunidad internacional: desde hace algunos años, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) publica un informe anual sobre esos países. Se caracterizan por tener una renta per cápita inferior a los 500 dólares (es decir, menos de una octava parte de la renta media mundial); un peso relativo de la producción manufactura en el PIB inferior al 10 por 100, y una tasa de alfabetización de adultos inferior al 20 por 100.Los principales PMA, por su peso demográfico, son, ordenados de menor a mayor PNB por habitante, Etiopía, Bangladesh, Nepal, Mozambique, Myanmar (la antigua Birmania), Tanzania, Sudán y Yemen. Los rasgos principales de sus economías son: una estructura productiva muy desarticulada y poco integrada, un nivel muy bajo de comercio exterior (los cuarenta PMA apenas llegan conjuntamente al 1 por 100 de las exportaciones mundiales frente al 9 por 100 de los cuatro "pequeños dragones" asiáticos), una dependencia extrema de la venta al exterior de uno o dos materias primas o productos alimenticios (monoexportación primaria), un mercado interior restringido, una acusada falta de servicios en educación y sanidad, una baja esperanza de vida al nacer, una alta tasa de analfabetismo y una elevada mortalidad. Por si esto fuese poco, muchos de ellos tienen un medio ambiente frágil (alto grado de exposición a desastres naturales, como ciclones, terremotos, desertización, etc.) y algún grave inconveniente geográfico o climático (insularidad, enclave, ausencia de litoral, etcétera).La situación general de los PMA ha empeorado incluso durante los años ochenta y primeros noventa. Han recibido una ayuda exterior insuficiente, problema al que hay que añadir unas políticas interiores poco adaptadas a las necesidades más urgentes (en gran medida por la imposición de programas de ajuste por parte de algunos organismos internacionales) y un marco internacional desfavorable, definido por los problemas de deuda externa o la caída de las cotizaciones internacionales de los principales productos primarios.Por el contrario, los NPI integran un selecto grupo de países que ha registrado en los últimos cuarenta años un crecimiento económico muy rápido, especialmente en el sector manufacturero, y que se han convertido en exportadores preeminentes de manufacturas. Aunque, según la clasificación de la OCDE, este grupo comprende seis países (Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong, Singapur, Brasil y México), el fenómeno más notable es el que se ha registrado en los NPI asiáticos. Los "dragones" han crecido a una tasa media anual que rondó el 7 por 100 en 1965-90, periodo durante el cual el conjunto del mundo lo hizo a apenas 1,5 por 100 (2,4 por 100 en la OCDE). La participación de esos cuatro países -que tienen una población conjunta inferior a los 75 millones de habitantes- en las exportaciones mundiales pasó del 2 por 100 al 9,2 por 100 en 1992, un porcentaje que duplica el de toda América Latina e iguala al de Japón, que, recordemos, tiene más de 125 millones de habitantes y una renta per cápita equivalente a más del doble de la de los "dragones".Junto con Brasil y México, aunque éstos tengan un menor grado de desarrollo, los NPI son el reverso más claro de los PMA en la realidad mundial. Tienen una economía integrada y diversificada, unos altos coeficientes de comercio exterior, unas exportaciones diversificadas (Corea exporta desde artículos de confección hasta automóviles y componentes electrónicos avanzados), un mercado interior relativamente grande (los 20 millones de taiwaneses tienen una renta per cápita que se acerca rápidamente a la de España), y unos indicadores sociales muy superiores a la media del Tercer Mundo y mayores que los de algunos países de la OCDE. Hong Kong y Corea (así como presumiblemente Taiwan, cuyas estadísticas no figuran en el informe por no ser país miembro) tienen, según el PNUD, un IDH superior al de Portugal y casi tan alto como el de España.Las razones que explican el crecimiento y el desarrollo extraordinario de los "dragones" son diversas. De entrada, es sorprendente que el crecimiento más alto del Tercer Mundo se haya producido en países carentes de recursos naturales, con una escasa tierra cultivable, que en los años cincuenta se contaban entre los más pobres del mundo y cuyas economías (muy orientadas a la exportación y muy dependientes de la importación de petróleo) eran potencialmente muy sensibles a las perturbaciones comerciales y energéticas externas de los años setenta y ochenta.Entre otros factores del desarrollo de Corea del Sur y Taiwan, los más citados por los especialistas son: una agricultura dinámica, gracias fundamentalmente a una ambiciosa reforma agraria, que contribuyó mucho a la industrialización; una amplia disponibilidad de capital extranjero en los años cincuenta y sesenta (la ayuda estadounidense, suministrada al ser países situados en la frontera exterior de la "guerra fría"); y un Estado intervencionista, en lo que se refiere al menos al sistema financiero, a la actividad exportadora y a la política industrial. En suma, la experiencia de los "dragones" no es la de un "milagro" económico "liberal", como ha defendido, por ejemplo, B. Balassa, por cuanto hay razones identificables que explican ese, sin duda extraordinario, crecimiento y porque la intervención del Estado en la actividad productiva fue al menos tan importante como en Japón.